¡ES QUE YO QUIERO QUE LE NAZCA, QUE SALGA DE ÉL!

Hace poco corría por Whatsapp un chiste que me recordó a muchos hechos reales que con frecuencia son motivo de conflicto en las parejas.
En el chiste había dos amigos charlando y uno le comentaba al otro que él compartía todas las tareas domésticas con su mujer: “Yo pongo la lavadora, tiendo, plancho, paso la aspiradora, limpio el polvo, corto el césped…”. El amigo le dijo «pues tu mujer estará muy contenta contigo, no como otras, que tienen razón porque sus maridos no hacen nada en casa”.
El hacendoso amigo contestó «¡Que va, se enfada porque lo que quiere es que me nazca a mí hacerlo, sin que me lo diga ella!”.
Esto es algo que ocurre muy frecuentemente en las parejas y acaba en discusión continua y en uno de los motivos de disfunción de pareja. Salir de los tradicionales roles cuesta, lo sabemos, pero si ellos comparten y realizan tareas está bien, aunque no les nazca.
Seamos realistas y flexibles. Ellos no ven las cosas como nosotras.

Muchas veces he escuchado lo mismo a montones de mujeres «¿Pero es que no ve el polvo encima de los muebles”, ¿No ve que está el lavavajillas por poner?, ¿No le molesta que el suelo de la cocina esté sucio?. Pues no, no ven o no les molesta el polvo de los muebles, piensan que el lavavajillas se puede poner más tarde y «¿qué le pasa al suelo de la cocina?, yo lo veo bien.”Desde un punto de vista antropológico, desde hace miles, millones de años los hombres se han dedicado a cazar, recolectar o a hacer la guerra, dejando las tareas de la casa y el cuidado de la prole a las mujeres.

Esto explica pero no justifica que actualmente les cueste compartir las tareas domésticas y el cuidado y la educación de los niños, aparte de la comodidad claro.
La situación ha cambiado, la sociedad es más igualitaria y las mujeres hoy también salimos a cazar para traer el sustento a casa, vamos a la guerra, nos formamos para progresar profesionalmente y tenemos necesidades de descanso y ocio que hace muy poco tiempo ni se planteaban.
Aún hay hombres jóvenes que ven a sus padres instalados en roles tradicionales e incluso a sus madres que siguen haciéndolo casi todo en casa y también trabajan fuera del hogar.
Aquí topamos con el Aprendizaje Vicario: aprendemos lo que vemos, sobre todo si es en figuras tan potentes como unos padres.
No os enzarcéis en discusiones que no llevan a ninguna parte pero van dejando pequeñas heridas y venganzas.
Somos diferentes y muchas cosas no les nacen como tampoco otras nos nacen a las mujeres y con frecuencia, aunque mucho menos, ellos se quejan de mujeres que son un desastre y tampoco ven el polvo ni el lavavajillas por poner. Aceptemos sin enfado lo que ellos piden: «tu dime lo que hay que hacer y yo lo hago”. Podemos hablar de asignaciones fijas de tareas y de otras que van surgiendo y habrá que decírselo con corrección y como a un adulto, no a un niño.

No le quitemos valor porque lo han hecho al decírselo, al revés, valoremos que lo hacen aunque no les nace, porque están derribando muros de millones de años y ejemplos parentales que aún en la actualidad perduran.Si te sucede ésto o sabes de alguien que le ocurra, podéis recurrir a un psicoterapeuta.

Si te puedo ayudar, aquí estoy.

Mercedes.